Lenin, luchador de avanzada para la liberación de la mujer
En 1926, dos años después de la muerte de Lenin, Clara Zetkin, nuestra muy honrada luchadora y pionera del movimiento internacional de mujeres comunistas, se lamentaba en sus memorias: "¿Está Lenin realmente muerto? ... No y otra vez no. ... El espíritu, el corazón y la voluntad de Lenin viven inmortalmente en el rico legado que nos dejó. En sus escritos y discursos ...".
La victoria de la Revolución de Octubre con la eliminación del sistema opresor marcó el inicio del camino hacia la liberación de la mujer bajo el socialismo. Lenin identificó la abolición de la propiedad privada de los medios de producción como el primer y más importante paso hacia la liberación de la mujer.
Ya en 1918, en el I Congreso Panruso de Obreras, formuló uno de los requisitos fundamentales para ello. En la construcción de una sociedad socialista, Lenin estableció la posibilidad de una nueva autoimagen social del papel igualitario de la mujer en la vida política y social.
¿Por qué? Porque dio a la producción y reproducción de la vida inmediata una nueva finalidad: La producción de bienes debía servir a la satisfacción de las necesidades generales del pueblo y ya no a la maximización de las ganancias para unos pocos. El cuidado de la prole, la lactancia y la educación ya no debían ser responsabilidad de las familias privadas, es decir, de las mujeres que realizaban un trabajo no remunerado. Deben ser responsabilidad de la sociedad. Sobre todo, la liberación de la "esclavitud doméstica", como la llamaba Lenin, debía permitir a la masa de las mujeres llevar una vida verdaderamente autodeterminada e igualitaria y participar activamente en las nuevas tareas sociales.
Por lo tanto, hay que aplicar el doble concepto de producción para reconocer la doble explotación y opresión de la masa de mujeres como inherente al sistema. Aquí reside el gran potencial de la lucha de las mujeres por su liberación. La opresión especial de las mujeres debido a su género constituye así la base esencial para unir a todas las clases y capas sociales contra su opresión y explotación. Como mujeres revolucionarias, vemos la meta en la lucha por el auténtico socialismo.
Lenin y Clara Zetkin siguieron insistiendo en la base de masas del movimiento femenino. Ampliaron el círculo de las mujeres para incluir a todas las clases porque "...todas eran presa del capitalismo". Ya entonces esbozaron aquello por lo que hoy seguimos luchando en el movimiento feminista. En el 10º Consejo Político Femenino de Ludwigsburg proclamamos nuestro objetivo de conquistar a las masas de mujeres. "De la religión a la revolución" sigue siendo nuestro principio rector para movilizar, organizar y unir a las masas de mujeres de todo el mundo.
Una nueva calidad de esta realización puede verse en la resolución final de la 3ª Conferencia Mundial de Mujeres en Túnez en 2022.
Con el gran potencial de las más diversas ideologías políticas y la experiencia de las luchas globales de las mujeres de todo el mundo, el sistema imperialista fue nombrado por primera vez en la Conferencia Mundial de Mujeres como la causa de la explotación y opresión particular de la masa de mujeres. Sin la superación del imperialismo no puede haber liberación de la mujer. Por primera vez esto se ha unificado de forma tan clara y unánime en el movimiento mundial de mujeres de base y es un gran éxito y progreso. Sin embargo, esta toma de conciencia no conduce todavía a la toma de conciencia común de que sólo una solución revolucionaria es la base para la liberación de la mujer en una sociedad liberada. La necesidad de una amplia base de masas de movimientos de mujeres en los distintos países tampoco se ha consolidado aún como principio.
En vista de la creciente fuerza del movimiento internacional de mujeres, la lucha por la liberación de la mujer debe llevarse a cabo sobre una base no partidista. La lucha contra las actitudes divisionistas de los movimientos de mujeres anticomunistas, pequeñoburgueses feministas, postmodernistas, reformistas y oportunistas debe unirse. Deben unirse en objetivos y luchas comunes para superar los sistemas opresivos. Las experiencias de todas las luchas de las mujeres deben utilizarse como potenciales para la lucha común. En todo el mundo se subestima la indispensable orientación de las mujeres en las luchas por cambiar los sistemas. Por eso deben ser una perspectiva militante de organizaciones como la ICOR, el Frente Unido y también las Conferencias Mundiales de Mujeres de base.
La reivindicación "De la religión a la revolución" nos obliga como mujeres revolucionarias a hacer todo lo posible para superar las divisiones y centrar nuestra lucha en lo que tenemos en común. En la declaración final de la 3ª Conferencia Mundial de Mujeres celebrada en Túnez, se pronosticó un futuro turbulento con situaciones revolucionarias cada vez más frecuentes, en el que el movimiento de mujeres militantes asumirá su papel en el cambio de la sociedad si se alinea y se prepara hoy para ello.
Esto puede verse como una misión para ganar a la masa de mujeres "de la religión a la revolución" para los objetivos de transformación social del movimiento internacional de mujeres.
En el mencionado 10º Consejo Político de Mujeres de Ludwigsburg, Monika Gärtner Engel expuso unas tesis como alegato para ser o convertirse en revolucionaria.
La tesis 5 dice : "Las revolucionarias miden a sus compañeras de lucha por su posición real sobre la cuestión de la mujer, en la teoría y en la práctica, en la palabra y en los hechos".
En este sentido, Lenin sigue siendo hasta el día de hoy nuestro indispensable compañero de armas en el frente revolucionario de las mujeres.